A
pesar de los mejores esfuerzos del vecino del norte,
el sol sigue brillando sobre Cuba. Es la isla más grande
del Caribe y a la vez la menos comercializada además de uno
de los últimos bastiones del comunismo. El relativo aislamiento
político de la isla ha evitado que se haya llenado de turistas,
y los habitantes locales son sinceramente amistosos con los que
se aventuran a descubrirla (incluso los turistas estadounidenses
que rompen el bloqueo reciben una calurosa bienvenida) La Ley Helms-Burton
ha permitido que Cuba encuentre su lugar en el mundo post-soviético
de forma gradual, sin el repentino y desestabilizador impacto del
turismo de consumo proveniente de los Estados Unidos. Solo es cuestión
de tiempo para que las barreras de viaje y comercio impuestas por
los Estados Unidos se desvanezcan. Sin dudas, millones viajarán
a Cuba cuando se reanuden los vuelos desde Miami. Claramente, el
momento para viajar a Cuba es ahora.
Aunque el bullicio no deja precisamente admirar la arquitectura
colonial en las calles, incluso las ciudades más grandes
de Cuba son bastante tranquilas. Lo máximo del frenetismo
es un entusiasta chachachá y lo más ruidoso es el
paso arrollador de un afinado auto americano de los 50. Si desea
algo más tranquilo, el campo cubano y las playas son los
destinos perfectos para los senderistas, nadadores, espeleólogos
o aquellos que simplemente desean fumarse un exquisito habano
bajo la sombra de una palmera.
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